El broche final a nuestro paso por el centro está en la sala de relajación. La paleta cromática de esta sala nos hace sentir acogidos desde el primer momento. Sentarnos o tumbarnos entre sus múltiples y coloridos cojines, mientras saboreamos un té de menta y un dulce árabe a la luz de las velas es un colofón inmejorable a la estancia en el Hammam o en las cabinas.